martes, 8 de diciembre de 2009

Antártida, día 21


8 de enero, intento por dejar Damoy

Nos embarcamos con bastante demora cerca de las 14 hs. El retraso responde al mal tiempo y a que el barógrafo dibuja una caída con derivada segunda negativa. También tenemos viento de frente. Como estamos ansiosos por seguir, nos embarcamos de todas maneras. Comenzamos a navegar sin mayores problemas, pero con el viento de frente en aumento. A las dos horas, aproximadamente, el viento se pone muy fuerte y frena absolutamente nuestras posibilidades de avance. A ello se suma el desplome del barómetro. Optamos por (nos vemos obligados a) regresar al refugio de Damoy, ahora barrenando con viento de cola en aumento. Cuando volvemos a entrar en la bahía Dorian encontramos un barco ruso que también busca refugio. Salen a cubierta a filmarnos. Cuando paso por al lado alcanzo a escuchar que gritan: “you are crazy”.Cuando miro el barómetro ya dentro del refugio noto que había caído los 5 Mb en una hora que, según nos aconsejó el capitán del Antarctic Dream, claman por búsqueda de refugio. Nuestros sentimientos son encontrados. Por un lado es bueno que la tempestad nos encuentre refugiados. Por otro estamos bastante molestos por la imposibilidad de avanzar. Volver a subir los kayaks cargados hasta el refugio fue una verdadera pesadilla. Ya reinstalados nos tomamos un vino chileno de caja que encontramos en el refugio que, según Cristian, es de lo peorcito que se consigue en su país. Nos importó poco, lo rebajamos con Tang y, por lo menos, animamos nuestra conversación el resto del día.

Antártida, día 20


7 de enero, Damoy point, Dorian Bay; again

No hay nada de snob (sine nobilitate) en nuestra utilización de la toponimia inglesa. Sólo refleja que nos acostumbramos a los nombres según los leemos en la carta. O a lo mejor Dorian Bay nos suena musicalmente a Dorian Gray… vaya uno a saber.
Después de un descanso reparador, el primero en que mi costilla fisurada en este mismo lugar el 28/12 me dejó dormir en paz, aunque siempre sin poder recostarme sobre el costado izquierdo, amanecemos cerca de las 12 a.m. Largo desayuno, escritura y muchos sueños de futuras navegaciones: Tahití, Porvenir-Cabo de Hornos, Groenlandia; etc, etc. Parece que en vez de calmarnos, Antártida excita nuestra imaginación. Recibo mensajes de mi mujercita de color que me tranquilizan. En mi lejano hogar todo está en armonía. Afuera está nevando. Buena parte del día la pasamos reorganizando víveres y equipos. Reparo los botines de mis botas plásticas y, lo que fue una verdadera “bendición”, colocamos material aislante en el fondo de los kayaks y, en mi caso, también en el asiento. También reorganizamos la carga, pues desde aquí volvemos a partir con todo el equipamiento de montaña y con la parte de comida que habíamos dejado en nuestra incursión hacia el sur.

Antártida, día 19

Iniciando la navegación en Booth Island ¿o Ice Land?

6 de enero, Isla Booth – Damoy Point

Realizamos el tramo más largo desde que comenzó la travesía. Navegamos desde las 12:40 hasta pasadas las 22, cuando arribamos de regreso a Bahía Dorian.
A la salida volvemos a ver una Minke y otra vez una foca leopardo sobre un témpano. Pasamos por la reparada Bahía Charcot, aunque, para disgusto de mi compañero, no bajamos a tierra. Avanzamos por el pasaje Nimrod hacia las islas Wawermans.

Mar increíblemente calmo en el Nimrod

Navegamos más al W que en el cruce de ida y dejamos a la isla Wednesday por estribor. A diferencia de nuestro duro cruce del 30/12 esta vez el mar no podría tratarnos mejor. Salvo algunos tramos en los que tenemos que sortear el hielo, el mar esta como “una taza de té”. Solo nos mece una suave pero persistente onda larga que entra desde el mar abierto. El silencio en un espacio tan gigantesco es un regalo de la naturaleza, produce una sensación de tranquilidad, de paz, pero también de extrañeza. Sólo se escucha un repiquetear constante del hielo, como miles de burbujas mínimas que se liberan del interior de los pequeños trozos que flotan en la superficie.

Entre las Wawermans

Alrededor de las 17 nos detenemos (sin bajarnos de los kayaks) a almorzar en una de las Wawermans. Luego, siempre con excelentes condiciones, iniciamos el cruce del Bismarck, que termina con el mar bastante más movido. Todo el cruce entre la Booth y el canal Neumayer es extraordinario. Sin frío, casi sin viento y rodeados por una gran espacio de mar abierto y por un circo de grandes montañas hacia la península y hacia Anvers y una multitud de pequeñas islas resplandecientes hacia el océano. Además, en el día 13° de navegación nuestro estado de ánimo y armonía con el lugar es otro. Nuestra aclimatación comienza a completarse. Si el cruce del día 30/12 me dejó con los ánimos por el piso, el de hoy es, sin dudas, el mejor día de navegación desde que comenzó el viaje. También navegamos unos 45 km, lo que nos permite mejorar el bajo promedio diario que acumulamos.

Luego del cruce del Bismarck, retomamos el Neumeyer

Boca del Neumeyer, pero desde el N

lunes, 7 de diciembre de 2009

Antártida, día 18

Mar congelado regresando al N

5 de enero, Vernadsky – Isla Booth

Amaneció nublado. Desde la base el mar se ve calmo. El barómetro está en ascenso. Ahora, a las 10:44 a.m. marca 978 MB. Desayuno en la cocina, tomo mate bajo la mirada atenta del patriarca y del presidente de Ucrania. Todavía no hay nadie.

Desayuno bajo la atenta mirada del muy serio presidente ucraniano y del patriarca de la iglesia ortodoxa.

Mi compañero trabaja en una entrevista con el meteorólogo de la base. Luego me contará que toda la información está online con Londres. Vernadsky es una antigua base que Gran Bretaña cedió a Ucrania, país que luego de la implosión de la URSS no tenía presencia antártica. Sin embargo, el flujo de información científica hacia Londres no se cortó. Probablemente sea parte del convenio de cesión.
El cocinero de la base nos ofrece pan y comida para llevarnos. Nos abruma tanta cortesía. Aceptamos lo mínimo. No tenemos espacio en nuestros kayaks, donde la comida no falta. Se sorprende de que no pesquemos para alimentarnos; casi no lo puede concebir. Nos nuestra un típico ejemplar de Notothenia que él mismo pescó. Intenta explicarnos como cocinarlo y nos ofrece implementos de pesca.

Cortesía para el viaje

La Base está.

Nos gustaría compartir más tiempo con nuestros nuevos amigos, pero nuestro tiempo no es infinito y no queremos abusar de la hospitalidad. Nuestras fuerzas interiores son contradictorias. La base es agradable y cálida, el afuera hostil; lunar, pero nuestra pulsión por navegar es irrefrenable.

Bastante nieve por ser enero

Tropicalísimo

¿A cuánto queda Odessa?

Somos todos los que estamos

¿Duvet o t-shirt?

Nos embarcamos antes del mediodía con rumbo N. Primero intentamos avanzar por la costa E de las Argentines (habíamos entrado por el W), pero el hielo no nos deja avanzar. Otra vez el mar se encuentra completamente cerrado por la banquisa. Imagino que si se programa una expedición hacia el sur de Vernadsky habría que hacerlo con el verano más avanzado para no ser víctimas de la aleatoriedad del hielo.

La bahía de la Base

Regresamos y desandamos la costa W de la isla Galíndez. Otra vez enfrentamos el escarceo de la marejada oceánica, con grandes olas que vienen del W. Cruzamos, esta vez de regreso, el pasaje French hacia Peterman, isla que dejamos por estribor. Ahora la navegamos por su costa W.

W de Peterman

Seguimos también por el W de la Hovgaard. Toda esta zona se encuentra al relativo reparo de dos grandes archipiélagos de pequeñas islas: las Vedel y, un poco más al norte, las Dannebrog. Reparados por estos archipiélagos entramos en una zona de mucha calma. La falta de movimiento del agua permite que el mar permanezca completamente congelado en algunos sectores.

Por suerte traigo el protector solar

Hacia el NE vemos las grandes montañas de la Booth, que ya conocemos bien. Esta isla flanquea (y forma) al Lemaire. Alrededor de las 18:30 desembarcamos en la pequeña península que se desprende hacia el W de la Booth. Por las buenas condiciones meteorológicas desandamos en un día la latitud que “a la ida” nos demandó dos. En la bahía en cuya costa nos encontramos escuchamos la respiración de una ballena, a la que finalmente divisamos a lo lejos. Parece ser una jorobada. Poco antes habíamos filmado una foca leopardo sobre un témpano. ¿Dónde si no?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Antártida, día 17

Un remoto lugar del planeta

4 de enero, Akademik Vernadsky Station

Después de muchas dudas por la bajísima presión y el consecuente viento, abandonamos Groussac con rumbo SW. Nos deciden 3 cosas: 1) el viento viene de cola, 2) nuestro destino esta muy cerca, a sólo poco más de 10 km. 3) nos aburrimos de Groussac.
Al principio la navegación es tranquila, pero a medida que avanzamos, entramos en una zona donde la onda oceánica rebota contra el archipiélago de las “Argentines” (bautismo de la expedición de Jean-Baptiste Charcot por el apoyo en combustible y vituallas recibido de Buenos Aires. Charcot pasó el invierno de 1910 en Isla Peterman.) y el mar se pone muy “montañoso”. Estas condiciones nos obligan a navegar con extremo cuidado no exento de adrenalina, no solo para mantener el equilibrio, sino porque vemos y escuchamos como las grandes olas explotan contra las costas rocosas de las “Argentines”. Sin exagerar: ¡Es impresionante!
Cuando llegamos a la isla donde se encuentra la base Vernadsky vemos que Igor, cuyo nombre conoceríamos luego, nos toma fotografías frenéticamente. Da la sensación de que somos para él una suerte de “aparición”. Tal vez lo seamos.

Igor en el muelle de Vernadsky

-Hi –digo- Do you speak English? -pregunto-
-Ukranian
-Speak Spanish?
-No
-Italian or french?
-Only Ukranian
Las cosas no parecen empezar muy bien, pero juro que la llegada a la base ucraniana “Akademik Vernadsky” es increíble. Es imposible ser mejor tratados. Nos traen pantuflas y nos ofrecen las mismas habitaciones en las que ellos duermen. Nos bañamos por primera vez desde nuestra llegada a Antártida y también lavamos nuestra ropa. Notamos alguna premura en este ofrecimiento, lo que significa que debemos estar olorosos… Cenamos vegetales. Es difícil transmitir lo que representan estas cosas simples en este confín de la tierra. Luego de cenar pasamos al “Bar Faraday”. Destapan en nuestro honor una botella de vino tinto chileno, que disfrutamos despacio, aunque dura poco. Tenemos todo ¡Solo faltan las chicas!

En el Bar Faraday

Vino chileno

Nos comunicamos en un esforzado inglés, pero conseguimos charlar de todo durante horas. Creo que el limitado inglés de las dos partes termina siendo la clave de una conversación fluida.
Nuestros anfitriones muestran la dimensión de su generosidad cuando empiezan a traer de sus habitaciones latitas de cerveza. Sirven una lata para mi, otra para mi compañero y luego se reparten la tercera entre 4. Hay que pensar que pasan en la base 10 meses y que para ellos estas latitas deben ser pequeños tesoros. No hace falta ser bebedor con síndrome de abstinencia para comprender la inmensa generosidad del detalle. Aunque sea un abuso de la generalización; siempre asociaré este gesto con Ucrania. Al menos hasta que el destino y el tiempo me lleven a Kiev, Ucrania será para mí este gesto.

Generosidad en Vernadsky

Por momentos la barrera idiomática deja de existir y hablamos de cine ruso, de la historia de Ucrania, de su geografía y su gente y, como no podía ser de otra manera, de los detalles de nuestra expedición. Ellos creían estar en otro planeta, de hecho la base se parece notablemente a la que puede verse en la película Solaris, de Andrei Tarkovsky; lugar inevitable de nuestra charla de cine. Nosotros, está claro, somos viajeros del espacio intemporal. Llegamos desde galaxias remotas volando en nuestros kayaks a través de mares de hielo. Nos es imposible negar que, como en Solaris, el mar es un ser vivo, es el Origen.

Chicas antárticas en la base ucraniana (¡estas cosas le hacen muy mal al deporte!)

lunes, 30 de noviembre de 2009

Antártida, día 16

Con este/a Skua nos hicimos amigos. La foto está tomada sin zoom. Lo/a vimos comer en pocos bocados pichones y huevos de pingüino. Luego descubrimos uno de sus huevos sobre las rocas.

3 de enero, seguimos en Peterman

Luego de una fuerte baja de la presión en las últimas horas de ayer amanece horrible. Salí “al baño” a las 7 a.m. y neviscaba. Volví rápidamente a la bolsa. A las 10 a.m. nos despierta el “Expedition Lider” del Antarctic Dream. ¡Habían bajado turistas a la pingüinera! Me siento completamente sorprendido e invadido al ver gente en “nuestro” remoto rincón del planeta. Pensar que estos visitantes se irán de aquí sin ni siquiera imaginarse como es realmente este lugar; el clima está bastante cerrado y estamos “dentro de la nube”.
Nos invitan a comer y a bañarnos al barco, pero no aceptamos. Puede parecer raro, pero no queremos cortar nuestro proceso de aclimatación. Cristian sube por cortesía para saludar al capitán y, sobre todo, para que nuestro principal sponsor se sienta tranquilo con nuestros desplazamientos. Al regreso me cuenta que la tripulación del barco estaba bastante sorprendida por habernos encontrado tan al sur y tan pronto. ¡Nosotros también! No sabíamos que el barco llegaría hasta aquí. Pero si atamos cabos no por nada el capitán nos dibujó a mano alzada esta porción de Antártida.

Interior del refugio Groussac

Enfocando la ventana

Después del mediodía el tiempo mejora un poco, pero como ya es tarde decidimos quedarnos. Cristian sale a hacer tomas de los pingüinos. Yo también, pero principalmente me dedico, plenamente y con conciencia, a la contemplación.
En las distintas alturas de la isla observamos pichones de pingüinos, a los que llamamos “pollos”, en todos sus niveles de crecimiento, desde que rompen el cascarón, hasta que alcanzan prácticamente el tamaño de los padres. Interpretamos que en las cotas superiores las puntas de roca se limpian primero de nieve y es aquí donde se instalan los primeros nidos, por eso cuanto más nos elevamos por sobre el nivel del mar, más grandes los “pollos”.

Nuestro/a amigo/a sigue posando (siempre sin zoom)

Familia tomando sol

Vista al NW

Hielo en el Penola

Bebés

Témpanos en la bahía sobre la costa W

Idem, pero apuntando más al norte

Apuntes sobre el clima: Quizá sea un poco obvio decirlo, pero existe una relación directa entre clima y estado de ánimo. Por lo general la meteorología, hasta ahora, se mostró relativamente estable. Hay largos período con muy poca variación de presión: sube o baja muy lentamente dibujando curvas muy suaves en el barógrafo. Pero por momentos ocurren desbarajustes, por lo general a partir de las 18 hs. La temperatura ronda siempre entre -3 y 3°C. La amplitud térmica no es muy importante, sin embargo la sensación cambia notablemente cuando se pasa de un lado a otro del punto de congelación. Otro punto es que la menor brisa torna “invivible” el afuera. La sensación térmica se dispara y no hay equipo que resista. Hay que estar atentos al barómetro.
Por ahora, en base a nuestros pocos días de experiencia, determinamos que intentaremos en lo posible no navegar después de las 18 hs. A partir de esta hora la temperatura baja de manera más o menos violenta. También es obvio decirlo, pero un mismo lugar puede ser un paraíso o un infierno según exista o no exista viento o sol. Ahora son las 21 hs del sábado 3 y hace aproximadamente media hora se levantó un fuerte viento desde el canal. Por suerte estamos en el refugio, porque afuera está imposible. Hoy a la tarde escribí afuera sobre unas rocas, abrigado, pero tomando sol. En síntesis: es un clima de alta montaña, pero sin el sufrimiento de la falta de oxígeno, aunque también sin la posibilidad de escaparse descendiendo. Ahora la presión es de 973 Mb y está horrible, el refugio se sacude, pero la temperatura interior es de 8°C.

martes, 24 de noviembre de 2009

Antártida, día 15

Refugio Groussac. Isla Petrman en un día glorioso. Vale la pena detenerse en esta foto: Atrás, de izquierda a derecha: isla Hovgaard (montaña redondeada), Isla Booth (picos escapados aproximadamente atrás del refugio), Canal Lemaire (“collado” inmediatamente a la derecha de la Booth), península Antártica, Tierra de San Martín (o de O’Higgins o de Palmer; la costa de las montañas más altas por la perspectiva). También se puede ver el canal Penola bloqueado por la banquisa de hielo y témpanos dentro de la pequeña bahía del refugio. En primer plano: pingüinos Papúas o Gentoo empollando y asoleándose.

2 de enero, isla Peterman

Nos embarcamos alrededor de las 11 y comenzamos a navegar por el canal Penola, con rumbo SW hacia la base ucraniana Vernadsky.

Entre el Lemaire y el Penola

Durante nuestro avance evaluamos la posibilidad de abortar el rumbo hacia el sur por la gran cantidad de hielo que trae el Penola, que nos obligaba a constantes colisiones y rodeos entre los témpanos y bloques, haciendo muy lento nuestro avance.

“Canal” en el interior de un témpano

A pocos kilómetros de andar descubrimos el refugio argentino Groussac, en isla Peterman, donde existe una gigantesca pingüinera de Papúas (Gentoo). Nos detenernos para reconocer el lugar.

Primera vista del refugio Groussac

Mientras exploramos, la banquisa cierra completamente el canal tornándolo innavegable para los kayaks. Abrimos el refugio y nos instalamos. A diferencia de Damoy, no está en buenas condiciones, pero si muy provisto. Dadas nuestras circunstancias y, sin abuso, decidimos hacer uso de algunas provisiones; una lata de sopa, un frasco de dulce, una lata de ananás. Además del comprensible deseo de variar un poco nuestra dieta de avena y pastas, vemos que hay mucha comida vencida, al igual que en Damoy. Todos quienes pasan dejan algo y nadie consume. Parece que los tiempos de la dureza antártica ya no son los de antaño y la comida dejada para casos de supervivencia se va convirtiendo en basura. En particular las latas, que se oxidan rápidamente. En realidad no nos molesta mucho no poder seguir avanzando. La meteorología es perfecta. Casi no hay nubes. Salimos a buscar las alturas de la isla para ver la ruta a Vernadsky y el paisaje circundante, es sobrecogedor. Desde los puntos altos las vistas son insuperables. Hacia el sur se observa un grupo de islas, las “Argentines”, atrás; la continuidad de la península antártica que sigue indefindamente hacia el SW como una cordillera interminable, con grandes picos que asoman más allá del horizonte.

Desde “las alturas” de Peterman, mirando hacia el sur, con el Penola cerrado por el hielo.

Hacia el E también la península y sus montañas. Hacia el W el mar abierto, resplandeciente y cubierto de hielo. La sensación se repite: ante cada visión uno cree estar frente al mejor paisaje jamás visto. Es una suerte tener buen tiempo para disfrutar estos escenarios.

Un pingüino Adelia entre los Papúas

Un Papúa con sus “pollos”

Tenemos una buena cena. Charlamos largo. Con mi compañero comenzamos a ser menos extraños el uno para el otro y la relación fluye. Al menos hasta ahora, Cristian resulta un buen compañero de viaje. Hablamos sobre las historias y geografías de nuestros países y sobre las vicisitudes del viaje y los pasos a seguir. Nos vamos a dormir tarde con los únicos dos libros en castellano que encontramos en el refugio. Uno de Alejandro Dolina, “El Fantasma” y otro de Isaac Asimov; “Civilizaciones extraterrestres”. No alcanzamos a leer muchas páginas.