miércoles, 2 de diciembre de 2009

Antártida, día 17

Un remoto lugar del planeta

4 de enero, Akademik Vernadsky Station

Después de muchas dudas por la bajísima presión y el consecuente viento, abandonamos Groussac con rumbo SW. Nos deciden 3 cosas: 1) el viento viene de cola, 2) nuestro destino esta muy cerca, a sólo poco más de 10 km. 3) nos aburrimos de Groussac.
Al principio la navegación es tranquila, pero a medida que avanzamos, entramos en una zona donde la onda oceánica rebota contra el archipiélago de las “Argentines” (bautismo de la expedición de Jean-Baptiste Charcot por el apoyo en combustible y vituallas recibido de Buenos Aires. Charcot pasó el invierno de 1910 en Isla Peterman.) y el mar se pone muy “montañoso”. Estas condiciones nos obligan a navegar con extremo cuidado no exento de adrenalina, no solo para mantener el equilibrio, sino porque vemos y escuchamos como las grandes olas explotan contra las costas rocosas de las “Argentines”. Sin exagerar: ¡Es impresionante!
Cuando llegamos a la isla donde se encuentra la base Vernadsky vemos que Igor, cuyo nombre conoceríamos luego, nos toma fotografías frenéticamente. Da la sensación de que somos para él una suerte de “aparición”. Tal vez lo seamos.

Igor en el muelle de Vernadsky

-Hi –digo- Do you speak English? -pregunto-
-Ukranian
-Speak Spanish?
-No
-Italian or french?
-Only Ukranian
Las cosas no parecen empezar muy bien, pero juro que la llegada a la base ucraniana “Akademik Vernadsky” es increíble. Es imposible ser mejor tratados. Nos traen pantuflas y nos ofrecen las mismas habitaciones en las que ellos duermen. Nos bañamos por primera vez desde nuestra llegada a Antártida y también lavamos nuestra ropa. Notamos alguna premura en este ofrecimiento, lo que significa que debemos estar olorosos… Cenamos vegetales. Es difícil transmitir lo que representan estas cosas simples en este confín de la tierra. Luego de cenar pasamos al “Bar Faraday”. Destapan en nuestro honor una botella de vino tinto chileno, que disfrutamos despacio, aunque dura poco. Tenemos todo ¡Solo faltan las chicas!

En el Bar Faraday

Vino chileno

Nos comunicamos en un esforzado inglés, pero conseguimos charlar de todo durante horas. Creo que el limitado inglés de las dos partes termina siendo la clave de una conversación fluida.
Nuestros anfitriones muestran la dimensión de su generosidad cuando empiezan a traer de sus habitaciones latitas de cerveza. Sirven una lata para mi, otra para mi compañero y luego se reparten la tercera entre 4. Hay que pensar que pasan en la base 10 meses y que para ellos estas latitas deben ser pequeños tesoros. No hace falta ser bebedor con síndrome de abstinencia para comprender la inmensa generosidad del detalle. Aunque sea un abuso de la generalización; siempre asociaré este gesto con Ucrania. Al menos hasta que el destino y el tiempo me lleven a Kiev, Ucrania será para mí este gesto.

Generosidad en Vernadsky

Por momentos la barrera idiomática deja de existir y hablamos de cine ruso, de la historia de Ucrania, de su geografía y su gente y, como no podía ser de otra manera, de los detalles de nuestra expedición. Ellos creían estar en otro planeta, de hecho la base se parece notablemente a la que puede verse en la película Solaris, de Andrei Tarkovsky; lugar inevitable de nuestra charla de cine. Nosotros, está claro, somos viajeros del espacio intemporal. Llegamos desde galaxias remotas volando en nuestros kayaks a través de mares de hielo. Nos es imposible negar que, como en Solaris, el mar es un ser vivo, es el Origen.

Chicas antárticas en la base ucraniana (¡estas cosas le hacen muy mal al deporte!)

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