martes, 27 de octubre de 2009

Canales y esteros chilenos de la Patagonia Norte (42°S) III


Tercera etapa: Porcelana – Bodudahue – Rada Potreros de Cholgo, isla Llancahue.


Cascada sobre el Leptepu

Sábado 10 de octubre de 2009, Termas de Porcelana
Nos levantamos con lluvia y mucho viento. Cuando vemos el cielo cerrado y las olas blancas sobre el mar abortamos nuestro plan de recorrer el fondo del Leptepu y remontar con la marea alta el río Bodudahue. Como tenemos tiempo optamos por quedarnos en el campamento y “termear”. Las termas de Porcelana, a diferencia de las de Cahuelmó, no están sobre la costa. Es necesario adentrarse en la selva por un sendero. En temporada (meses de verano) los pobladores cobran una pequeña entrada, pero ahora la casa ubicada junto a la entrada del sendero está abandonada. El escenario es un poco triste. Cuando todavía desayunamos llegan dos pobladores en una lancha y nos informan que la dueña de casa, hermana de uno de ellos, enfermó y se encuentra convaleciente en Puerto Montt. Avanzamos por el sendero, que llega hasta un río y encontramos el arroyo de agua caliente. Las piletas están cerca. Son como pequeños diques de castores en medio de la selva.


A medida que se asciende aparecen nuevas piletas con agua cada vez más caliente.

Luego de quedar arrugados por el agua, regresamos al mar

Oscurece y llega un velero de 40 pies. Otra vez cena bajo el toldo. Sigue la lluvia durante toda la noche.


Domingo 11
Nos embarcamos cerca de 1as 11 horas aprovechando una calma y nos dirigimos a Caleta Leptepu, en el fondo del estero.


Queremos ver las posibilidades de paso por tierra a través del “istmo” de la península Huequi. Por momentos llueve. Marcelo baja en la casa del guardaparque y se entera que el paso de la ruta a Chaitén está cerrado desde las erupciones. Si en alguna próxima travesía queremos seguir hacia el sur tendrá que ser “por afuera”. Tras la breve parada ponemos proa al este para explorar la desembocadura del Bodudahue. La marea baja nos impide adentrarnos en su valle. Ponemos rumbo norte. Tenemos viento, olas y marea en contra, aunque todo de baja intensidad. Bien pegados a la costa avanzamos más rápido. En los acantilados la marea descubre kilómetros de comida.


Recolectamos cholgas y nos detenemos a almorzarlas en la desembocadura del río Lloncochaigue, frente a la reserva Huinai. Con la panza llena y el corazón contento retomamos viaje. Poco antes de llegar a la boca del Cahuelmó pasamos frente a una cascada (ver foto al comienzo del post). Se termina la relativa calma. El viento y la lluvia aumentan. Cuando estamos cerca del Cahuelmó, después de navegar 30 kilómetros, le pregunto al “expedition lider” cuanto estima falta hasta nuestro destino en la Llancahue. Me contesta que unos 5 kilómetros hasta el Quintupeu y otros 5 hasta la zona del campamento. Después de casi 10 km me doy cuenta que apenas estamos cerca del Quintupeu, que está oscureciendo y que, sin dudas, falta bastante para desembarcar. La marea comienza a bajar, sale de los esteros hacia el mar abierto, lo que para nosotros, que nos metemos en el canal Cholgo significa seguir teniéndola en contra. Cuando terminamos el cruce hacia el sur de la Llancahue (ver mapa en el primer Post) ya es de noche y navegamos a tientas. Me disgusto conmigo por haberme desentendido del plan de navegación de esta parte y terminar acampando de noche. Llevamos casi 10 horas de remo, buena parte haciendo fuerza contra viento y corriente. Intuyo que el plan de Marcelo, frente al persistente mal tiempo y las predicciones de empeoramiento, es quedar lo más cerca posible de Hualaihue para tener un tramo poco exigente mañana. De pronto, ya completamente a oscuras, descubro que navegamos entre noctilucas. Pensaba, erróneamente, que estos organismos solo se veían en aguas más cálidas (sólo las había visto navegando en alta mar frente a las costas de Brasil). El espectáculo es tan impresionante que me olvido de la noche, del cansancio, del frío, de la lluvia y de la corriente en contra. Sigo a mi compañero guiándome por la luminosidad verdosa que las noctilucas encienden en la estela de su kayak. Nuestras paladas dejan huellas de suaves faroles verdes. Cuando pasamos junto a una boya nos damos cuenta de la fuerza que nos opone la corriente. Con noche cerrada y tras 11 horas y 50 kilómetros navegados Marcelo dice: “es acá”. Según la carta de Chile 704 el lugar se llama: “Rada Potreros de Cholgo” Subimos los kayaks cargados unos 80 metros por una playa de piedras resbalosas. En un prado, siempre bajo la persistente lluvia, armamos la carpa. Terminadas las tareas descorchamos un Pinot Noir y cenamos bajo el alero de una casa abandonada.

Continúa en el siguiente Post.

No hay comentarios:

Publicar un comentario