lunes, 2 de noviembre de 2009

Antártida, día 3

El avance del Antarctic Dream sobre la carta náutica con el paso de las horas y los días.

21 de diciembre, segundo día en el Drake

Seguimos en el Drake. A las 3 a.m. cruzamos la convergencia antártica. Durante el cruce el barco fue seguido todo el tiempo por albatros y petreles de todo tipo. La luz comenzó a ser permanente. Los almuerzos y cenas con vista a un mar encrespado son una experiencia única. Hablamos mucho con Dindi y Carlos, dos educadores portorriqueños. Indefectiblemente las charlas con los pasajeros terminan en el relato de nuestro proyecto.
A las 15 hs. nos reunimos con el capitán del Antarctic Dream, Ernesto Barría. Me impresionaron dos cosas. El grado de detalle de su conocimiento de los mares y costas antárticas y su generosidad para transmitirlo.

Antártida, día 2

En un Drake relativamente calmo comienza la luminosidad permanente.

20 de diciembre, en el Drake

Primer día completo abordo. Tomamos unas pastillas para el mareo que nos hicieron dormir la mayor parte del día, aunque no evitaron que nos mareásemos. Comenzábamos a relajarnos de la vorágine de los días previos. Nos familiarizamos con el barco y sus movimientos.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Antártida, día 1


Dejamos el muelle del puerto de Ushuaia

19 de diciembre de 2008. Llegó el día.

Partimos a las 19:30 de Ushuaia. Fue muy emotiva la despedida de un grupo de kayakistas locales que organizó Diana Méndez Carrera. Maravillosa la cena en el barco con vista al Beagle. La sobremesa fue en Puerto Williams, una manera distinta de vivir el lugar que cuando pasé por allí en 2003. Me quedé despierto hasta muy tarde en el “puente de pasajeros”, por lo menos hasta pasar las islas Picton, Nueva y Lenox. Primera noche en el barco que, con mi sueño, comenzó a meterse en el Drake con rumbo SE hacia la Península.

El "Antarctic Dream", desde proa

Primera cena abordo con nuestros amigos portorriqueños Dindi y Carlos

Canales y esteros chilenos de la Patagonia Norte (42°S) IV y última

Cuarta etapa: Isla Llancahue – Hualaihue

Lunes 12 de octubre de 2009
Nos embarcamos tarde, pasadas las 12 horas y bajo la lluvia. Salimos con rumbo aproximadamente NE. Cuando doblamos un pequeño cabo volvemos a enfrentarnos al viento, la constante de nuestro regreso junto con la lluvia. El viento entra desde el mar abierto muy probablemente desde el SO, pero luego se encajona entre las montañas y se amolda al rumbo de los canales. Ahora nos llega del NO. Nos mantenemos cerca de la costa. Toda esta parte del recorrido es la más habitada. Pasamos frente al hotel de las Termas de Llancahue. Está claro que las surgentes termales son comunes en la zona. Ya estamos en el canal Llancahue.
Desde donde comienza caleta Baños cortamos a la isla Cabras. Hay olas blancas sobre el mar. “Corderitos” que aquí llaman “cabritas”. Recuerdo cuando pasé por este lugar por primera vez. La islita ya no está deshabitada. La industria salmonera todo lo ocupa.
Cruzamos el canal en busca de reparo en la costa contraria, más que nada para evitar la ola de frente. Alrededor de las 3 de la tarde nos detenemos con mucha lluvia en el almacén de Teresa, en un lugar que según la carta se llama Puerto Llanchid. Teresa es una mujer amabilísima que nos invita a pasar a su casa, donde todo es muy blanco y limpio. En la cocina comedor almorzamos y tomamos mate. Teresa nos cuenta que es feliz en este lugar, que se había ido por un tiempo a Puerto Montt y a Santiago, donde está su familia, pero que extrañaba. Mirando alrededor la comprendemos.
Reconfortados seguimos viaje por el canal Llanchid. Cruzamos la boca del Estero Pichicolu y comenzamos a bordear una costa acantilada. A medida que nos acercamos a Punta “Quebraolas” salimos del reparo de las islas Llanchid y comenzamos a recibir de lleno la onda oceánica. No hace falta que describa lo que esto significa. Punta Quebraolas es precisamente eso, una suerte de proa de roca que se mete en el mar quebrando la onda oceánica. Como además hay viento fresco y olas blancas el lugar es un verdadero caos; un mar muy montañoso y peligroso, con escarceos impredecibles. La adrenalina sube al tope. No puedo evitar pensar en mi experiencia en la costa norte de la isla Brabante, en la Península Antártica. Hoy aquí el oleaje parece aun peor, pero hay un pequeño detalle, el agua debe tener unos 15 grados más como mínimo. El sol está de frente. Todo es hermoso y la navegación realmente extrema. Durante unos 20 minutos pierdo contacto con mi compañero. Si no estuviese seguro de su capacidad debería estar muy preocupado. Pienso que tal vez la cosa sea al revés y el preocupado sea él. Pero estos son los inevitables momentos del kayakismo de travesía en que estamos solos y la situación depende exclusivamente de nosotros. Deseo fervientemente que Marcelo esté usando su nueva cámara “de cabeza” y sumergible para tomar imágenes de este mar. Pocas veces estuve en un mar tan caótico. Avanzo muy despacio, a unos 3 kilómetros por hora, por momentos menos. Es raro lo que me pasa en momentos como este, soy consciente de lo complejo de la situación, pero al mismo tiempo tomo extrema consciencia de que estoy vivo. Y sigo avanzando. El Quebraolas está ahora al través. Ahora se demora. Avanzo. Las olas parecen ya no ser tan altas. El mar sigue agitado, pero se volvió previsible. Finalmente encuentro a Marcelo, que venía adelante. Está excitado por lo que acabamos de experimentar. Le pregunto si filmó. Me contesta que no se animó a soltar el remo para ponerse la cámara en la cabeza. No lo culpo. Yo no sé si lo hubiese hecho, aunque creo que fue una oportunidad perdida. Con el mar más calmo Marcelo toma algunas fotografías:


Ya tenemos nuestro destino en Hualaihué a la vista. Es un morro muy característico. Cuando entramos a la caleta el mundo cambia. Es rarísimo, después de tanto movimiento, estar navegando en un mar tan calmo. Incluso hasta sale el sol. La marea está cerca de la plea y nos deposita suavemente en la playa. Marcelo baja primero. Vemos que Quico, el perro de Guillermina y Armando viene a saludarnos a toda velocidad. Nos recibe como si fuese nuestro perro y, por supuesto, nos hace sentir como en casa.



Nos duchamos. Guillermina nos prepara una cena riquísima y sustanciosa. Armando* nos convida con ostras que él mismo recolectó en la caleta con la bajante. Se comen crudas y son realmente exquisitas. Nos cuenta anécdotas de su vida como capitán de un barco pesquero, con naufragio incluido.

Armando y Guillermina

(*) A pocos días de nuestro regreso a Argentina recibimos una triste noticia. Armando había fallecido en el mar. Al parecer tuvo un paro cardíaco y cayó desde el “Navigare”, una lancha que utilizaba para despuntar el vicio. Quico fue quien alertó desde la playa. Marcelo viajó para su entierro.

Fin.

martes, 27 de octubre de 2009

Canales y esteros chilenos de la Patagonia Norte (42°S) III


Tercera etapa: Porcelana – Bodudahue – Rada Potreros de Cholgo, isla Llancahue.


Cascada sobre el Leptepu

Sábado 10 de octubre de 2009, Termas de Porcelana
Nos levantamos con lluvia y mucho viento. Cuando vemos el cielo cerrado y las olas blancas sobre el mar abortamos nuestro plan de recorrer el fondo del Leptepu y remontar con la marea alta el río Bodudahue. Como tenemos tiempo optamos por quedarnos en el campamento y “termear”. Las termas de Porcelana, a diferencia de las de Cahuelmó, no están sobre la costa. Es necesario adentrarse en la selva por un sendero. En temporada (meses de verano) los pobladores cobran una pequeña entrada, pero ahora la casa ubicada junto a la entrada del sendero está abandonada. El escenario es un poco triste. Cuando todavía desayunamos llegan dos pobladores en una lancha y nos informan que la dueña de casa, hermana de uno de ellos, enfermó y se encuentra convaleciente en Puerto Montt. Avanzamos por el sendero, que llega hasta un río y encontramos el arroyo de agua caliente. Las piletas están cerca. Son como pequeños diques de castores en medio de la selva.


A medida que se asciende aparecen nuevas piletas con agua cada vez más caliente.

Luego de quedar arrugados por el agua, regresamos al mar

Oscurece y llega un velero de 40 pies. Otra vez cena bajo el toldo. Sigue la lluvia durante toda la noche.


Domingo 11
Nos embarcamos cerca de 1as 11 horas aprovechando una calma y nos dirigimos a Caleta Leptepu, en el fondo del estero.


Queremos ver las posibilidades de paso por tierra a través del “istmo” de la península Huequi. Por momentos llueve. Marcelo baja en la casa del guardaparque y se entera que el paso de la ruta a Chaitén está cerrado desde las erupciones. Si en alguna próxima travesía queremos seguir hacia el sur tendrá que ser “por afuera”. Tras la breve parada ponemos proa al este para explorar la desembocadura del Bodudahue. La marea baja nos impide adentrarnos en su valle. Ponemos rumbo norte. Tenemos viento, olas y marea en contra, aunque todo de baja intensidad. Bien pegados a la costa avanzamos más rápido. En los acantilados la marea descubre kilómetros de comida.


Recolectamos cholgas y nos detenemos a almorzarlas en la desembocadura del río Lloncochaigue, frente a la reserva Huinai. Con la panza llena y el corazón contento retomamos viaje. Poco antes de llegar a la boca del Cahuelmó pasamos frente a una cascada (ver foto al comienzo del post). Se termina la relativa calma. El viento y la lluvia aumentan. Cuando estamos cerca del Cahuelmó, después de navegar 30 kilómetros, le pregunto al “expedition lider” cuanto estima falta hasta nuestro destino en la Llancahue. Me contesta que unos 5 kilómetros hasta el Quintupeu y otros 5 hasta la zona del campamento. Después de casi 10 km me doy cuenta que apenas estamos cerca del Quintupeu, que está oscureciendo y que, sin dudas, falta bastante para desembarcar. La marea comienza a bajar, sale de los esteros hacia el mar abierto, lo que para nosotros, que nos metemos en el canal Cholgo significa seguir teniéndola en contra. Cuando terminamos el cruce hacia el sur de la Llancahue (ver mapa en el primer Post) ya es de noche y navegamos a tientas. Me disgusto conmigo por haberme desentendido del plan de navegación de esta parte y terminar acampando de noche. Llevamos casi 10 horas de remo, buena parte haciendo fuerza contra viento y corriente. Intuyo que el plan de Marcelo, frente al persistente mal tiempo y las predicciones de empeoramiento, es quedar lo más cerca posible de Hualaihue para tener un tramo poco exigente mañana. De pronto, ya completamente a oscuras, descubro que navegamos entre noctilucas. Pensaba, erróneamente, que estos organismos solo se veían en aguas más cálidas (sólo las había visto navegando en alta mar frente a las costas de Brasil). El espectáculo es tan impresionante que me olvido de la noche, del cansancio, del frío, de la lluvia y de la corriente en contra. Sigo a mi compañero guiándome por la luminosidad verdosa que las noctilucas encienden en la estela de su kayak. Nuestras paladas dejan huellas de suaves faroles verdes. Cuando pasamos junto a una boya nos damos cuenta de la fuerza que nos opone la corriente. Con noche cerrada y tras 11 horas y 50 kilómetros navegados Marcelo dice: “es acá”. Según la carta de Chile 704 el lugar se llama: “Rada Potreros de Cholgo” Subimos los kayaks cargados unos 80 metros por una playa de piedras resbalosas. En un prado, siempre bajo la persistente lluvia, armamos la carpa. Terminadas las tareas descorchamos un Pinot Noir y cenamos bajo el alero de una casa abandonada.

Continúa en el siguiente Post.

martes, 20 de octubre de 2009

Canales y esteros chilenos de la Patagonia Norte (42°S) II

Segunda etapa: Cahuelmó-Porcelana

Viernes 9 de octubre de 2009
Dormimos con fondo de diluvio sobre la carpa. La pleamar esta prevista en torno a las 15 hs. El mar estará lejos de nuestros kayaks hasta entrada la tarde. No hay apuros en la mañana. Descanso profundo. Nos levantamos tarde. Mates lentos. Caminamos hasta el mar para recolectar “cholgas” o mejillones, según el lado de la cordillera en que se nombren.


Marcelo posa como recolector de cholgas “Clase A”

Asegurada la provisión de mariscos exploramos los alrededores. Por momentos llueve, por momentos se dibuja el arcoíris.
Fondo del estero Cahuelmó hacia el este

La caminata nos despierta el apetito. No dejamos de pensar en las cholgas con jugo de limón.

Cosecha
A punto

Desarmamos el campamento y acercamos los kayaks al mar esperando la marea. Prevemos un día húmedo y lluvioso. Nos enfundamos en los trajes.
Llega la marea

Alrededor de las 15 nos embarcamos y ponemos proa a la boca del estero, a unos 7 kilómetros al oeste.
Se pone oscuro

Recorrimos por primera vez esta zona en diciembre de 2004. También con Marcelo, aunque en esa oportunidad nos acompañaron “Los Fogo”, hoy ausentes por paternidad reciente. Por entonces creíamos visitar un mundo mucho más deshabitado e inhóspito. Desconocíamos que aquello que por lo general molesta, la presencia humana, es aquí un atractivo. Los pobladores con los que tenemos contacto en algunos puntos son todos muy amables y cordiales. Hombres de mar.
Como no es nuestro primer viaje sabemos que en la costa sur de la boca del estero hay una lobería. Ayer escuchamos los gruñidos a lo lejos. Ahora tratamos de no molestar a los animales, pero parece que es época de apareamiento y están sensibles. Pasamos relativamente lejos, pero igual algunas hembras se alborotan. Ya que se zambullen saco la cámara y dejo que la brisa me acerque… ¡perdón!
Lobería en la boca del Cahuelmó

Cuando entramos de nuevo al Canal Leptepu deja de llover y sentimos el viento. Todo indica que la lluvia seguirá; las fotos son ahora o nunca. La impenetrable selva valdiviana es testimonio de que no estamos en tierras soleadas.
Estero Leptepu mirando hacia el sur
Estero Leptepu mirando hacia caleta Telele, en península Huequi

Bordeamos la costa este del estero hasta proximidades de la punta norte de Caleta Piedra Blanca. Desde el waypoint 121 del mapa del primer post (42°20’S; 72°37’W) hacemos sur directo hasta “Porcelana Chica”. Desde allí cruzamos en línea recta hasta la siguiente caleta. En el viaje de 2004 sólo llegamos hasta Caleta Lloncochaigue, donde se encuentra la Reserva Huinai. Para mi esta parte del recorrido hacia el fondo del Leptepu es tierra virgen. Marcelo, en cambio, ya es un baqueano; regresó innumerables veces con clientes. Cerca de las 20 horas, después de navegar 30 km casi siempre bajo la lluvia, llegamos al campamento desde el que accederemos a las Termas de Porcelana. Levantamos la carpa con las últimas luces. Cuando terminamos comienza a llover más fuerte y armamos un toldo. Rica cena, mejor vino y a dormir otra vez con el golpeteo del agua. Intento leer, pero me quedo dormido.

Continúa en siguiente Post.

Canales y esteros chilenos de la Patagonia Norte (42°S) I

Priemera etapa: Hualuaihué - Cahuelmó

Martes 6 de octubre de 2009
Me levanto en General Roca, Río Negro, escribo una nota para el diario del domingo de Buenos Aires. Releo. Sí, quedará vieja. No importa, imprimo lista de equipo. Junto todas las cosas. Cargo el kayak, chequeo. Siesta. Me despido de mi mujer. Auto. Ruta. Música. Ruta. Bariloche. Península San Pedro. Casa de Marcelo. Pizza. Cerveza. Charla. Proyectos de navegación. Dormir.

Miércoles 7
Cambio de auto. Interminables trámites de Marcelo. Compramos facturas en Dina Huapi. Villa La Angostura. Aduanas. Puyehue. Osorno. Autopista. Puerto Montt. Visita a Gastón. Supermercado. Rumbo Sur. Cruzamos el seno de Reloncaví. Noche. Llegamos a la casa de Armando y Guillermina en Hualaihué. Nos tienen el fuego encendido en la casa de Gastón. Nos preparan la cena. La vida nos sonríe.

Jueves 8
Visitamos al Capitán de Puerto. A las 12:20 (hora argentina) salimos del muelle frente a la capitanía por marea baja. Nos hacemos a la mar. El día está increíble, como el mar. La felicidad es esto.
Vista desde la casa de Guillermina y Armando

Muelle de pescadores en Hualaihué

Comienzo de la navegación en bahía Hualaihué

Cruzamos la bahía y dejamos por estribor la Isla Linguar, donde divisamos una “pelicanera”, agrupamiento que observo por primera vez. Junto con los pelícanos también hay cormoranes.

A las 14:30, aprox., luego de cruzar el canal Llancahue, paramos en una playita en la punta San Francisco de la Isla Llancahue, frente a la pequeña islita “Perras”. No hay rastro de ellas. Luego de picar algo nos reembarcamos y ponemos proa a la cercana isla Liliguapi (en la cartas náuticas 700 y 704 de Chile está con “G”, lo mismo que “Gualaihué, tal vez estas cartas sean viejas). Para llegar a la Liliguapi o Lilihuapi, cruzamos el canal Marilmo. El sur de esta isla tiene un gran acantilado, muy característico y que se divisa desde toda la zona. Aquí anidan unos patos muy lindos de patas naranja intenso (debo el nombre). El viento que entra desde el océano abierto pega contra el acantilado y levanta columnas de espuma. Los kayaks se agitan. Apenas dejamos atrás la isla el viento se empopa y nos empuja hacia nuestro destino. Barrenamos por el Canal Comau y alcanzo la velocidad máxima del viaje, 14,8 km/h. Hacemos rumbo directo al estero (fiordo) Cahuelmó. Avanzando por el centro del canal y sin cambiar de rumbo entramos al estero Comau o Leptepu. Llegamos a la boca del Cahuelmó a las 18 hs. aprox. Antes de las 19, tras navegar 40 kilómetros, llegamos al fondo del saco del Cahuelmó, con la marea justa para entrar en el brazo que nos deja en las termas. Armamos rápido el campamento y nos metemos en el agua caliente de las piletas horadadas en la piedra, con pisco sour (no podía ser de otra manera) y vista al oeste. Es muy dura la vida del kayakista patagónico.
Vista desde de las termas a la mañana siguiente

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