martes, 3 de noviembre de 2009

Antártida, día 5

Palomas antárticas por una de las ventanas de la base.

23 de diciembre, arribo a la Base Gabriel González Videla

Nos despertamos en proximidades de Isla De Rongé, donde los pasajeros del barco (que finalmente es un crucero) realizarán el segundo landing a las pingüineras. El primero fue en Decepción.
Gran agitación. Nos informan que un pasajero sufrió un desmayo en la visita a tierra y que se evalúa llevarlo a la isla King George, en las Shetland, para sacarlo por avión al continente (de esto no se entera el resto de los pasajeros). Para nosotros el cambio de situación significa que bajarán nuestros kayaks cargados (de apuro) al mar y abordaremos desde el barco en el norte de Rongé. No puedo imaginar peor manera de comenzar la travesía.
Afortunadamente el pasajero se repuso y seguimos hasta la base chilena Gabriel González Videla (64°49’S; 62°51’W).
En la base somos muy bien recibidos, pero al principio hay un poco de tensión con el capitán de puerto por las típicas cuestiones burocráticas que se generan en estas circunstancias. Chile, como Argentina e Inglaterra, asume que esta porción de Antártida le pertenece. Por lo tanto, si un ciudadano chileno, como mi compañero de viaje, baja a tierra se considera que automáticamente queda bajo jurisdicción. Si el que desciende es argentino, como yo, o de donde sea, no; se mantiene el raro estatus de tierra de nadie. Finalmente, Gabriel Núñez, que así se llama el capitán, y Álvaro Rojas, el comandante de la base perteneciente a la Fuerza Aérea, solo juegan a sus personajes. Por otra parte, Cristian dedicó casi todo 2008 a tramitar todas las autorizaciones pertinentes, que incluyen hasta un detallado informe del impacto ambiental de la expedición. Nuestro equipo y nuestros resguardos de seguridad son además impecables, como no podría ser de otra manera dadas las circunstancias.

Cristian.

A través del vidrio.

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